domingo, 9 de enero de 2011

Médicos con ángel

La periodista Tatiana Sisquella publicó ayer un artículo sobre la actitud de los médicos en Ara, un periódico (moderno y atractivo) que se publica en Barcelona desde finales de noviembre. Un artículo excelente.


La traducción es mía:

Un médico, en general, es un experto en alguna parte de tu cuerpo. Hasta aquí, todo normal. Lo que ya es más sorprendente es encontrarte con un médico que tiene ángel. Estos también tienen la carrera de medicina, llevan bata blanca y hacen mala letra, pero, a diferencia de los otros, se definen por cómo te hablan, como te miran y como te tocan.

Un médico con ángel es una persona que cura antes de comentar el tratamiento, es un doctor que escucha y se deja sorprender por tus preguntas. Cuando te habla lo hace imaginándose que él es el paciente y no da por sabido ni obviado nada de lo que te puede inquietar. No se cansa nunca de contestar los mismos interrogantes y siempre encuentra un momento para hablar de algo que no es el motivo de la visita. Los médicos con ángel no dicen mentiras, pero saben cómo potenciar las buenas verdades. Tienen un criterio exquisito a la hora de plantear los tratamientos y siempre encuentran una silla por algún rincón para sentar a todos los acompañantes. Si te tienen que hacer una exploración, se preocupan por si tienen las manos frías y si te tienen que leer un diagnóstico lo acompañan siempre con un dibujo o una metáfora cotidiana, para que todo el mundo lo entienda. Son médicos que recuerdan tu nombre de pila antes de mirar la ficha y no miran el reloj a pesar de trabajar a la Seguridad Social. Suelen saber no sólo los nombres de las enfermeras, sino también cuántos hijos tienen, si el marido está en paro o si han ido a Venecia de vacaciones. Incluso los hay que, si es necesario, dan su teléfono personal para cualquier cosa, sea para una duda o un consuelo. Yo, que soy paciente de larga duración, reconozco la diferencia sólo poniendo un pie en la consulta. Con pocos minutos sé si he encontrado un médico o un ángel. A todos les doy la enhorabuena. Y a mis ángeles también les mando un beso.

Al final, lo importante no es tan complicado: tiempo, respeto, empatía, buenas relaciones entre los componentes del equipo, tacto, predisposión (dar el teléfono....).

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