lunes, 31 de enero de 2011

La salud desborda el déficit


En el suplemento "Dinero" publicado el domingo 30 de enero en La Vanguardia hay unos interesantes artículos sobre el déficit sanitario. Uno de cada cuatro euros del presupuesto catalán se destina a la sanidad. En el artículo se pone de manifiesto que una parte importante del gasto (un tercio en USA y algo menos aquí) no aporta mayores niveles de salud a la población y, por lo tanto, la clave no es gastar más o menos sino gastar mejor. Núria Mas de IESE sostiene que "la demanda de la sanidad es muy difícil de controlar puesto que es demanda inducida…" Hasta ahora todas las políticas se centraban en la oferta (más accesibilidad, más puntos de atención…) pero ahora la clave está en el control de la demanda.

Josep Ma Via firma un interesante artículo: "De lo urgente a lo importante". Dos ideas que comparto plenamente: "Nadie debería hablar más de las responsabilidades de los demás sin asumir antes las propias" y "…no todos los profesionales son iguales, ni trabajan igual, ni rinden lo mismo". El profesor Guillem López Casasnovas, en el artículo "¿Anclar gastos o mejorar financiación?" Hace un buen repaso de las alternativas. Al margen de la alternativa escogida se requiere limpieza desde la planificación (contra el despilfarro y la duplicación) y orden en la provisión (frente a la baja productividad, el absentismo y el relajo del gestor-conseguidor político). El profesor López Casasnovas también sugiere separar todo lo posible el financiador del prestador, entre otras cosas para garantizar la innovación. Mas y López Casasnovas coinciden que a la larga el gasto sanitario seguirá aumentando (a medida que aumenta el bienestar aumenta el gasto sanitario). Cuando no es posible determinar "quién es elegible" (porque lo somos todos), es preciso concretar en "qué" se gasta el dinero.

La gestión del gasto farmacéutico es otro tema que se debate en este suplemento. Es complejo. Hasta ahora la alternativa ha sido pagar menos y pagar más tarde. No da la impresión que este sea un buen camino. En algunos ambientes, especialmente de Atención Primaria, se sostiene que la mejor manera de ahorrar es prescribir adecuadamente (no sé si tiene base empírica, pero suena bien). La innovación también se resiente a causa de la crisis, tal como se refleja en artículo de Rosa Salvador "La falta de fondos aparca la innovación". Quizás es cierto en lo que se refiere a inversiones en innovación. Pero quizás la crisis podría ser un buen incentivo para promover innovaciones en la organización. Esto no se comenta en el artículo, pero creo que es muy importante.

"Todo el poder para los médicos de cabecera" de Rafael Ramos, recoge el mantra que se atribuye a David Cameron y a sus planes de reforma en profundidad del NHS. La clave del ahorro está en la reducción de los costes burocráticos y en el traspaso del presupuesto a consorcios de médicos de cabecera. En agosto ya comenté la propuesta Cameron. Reducir la burocracia es una buena estrategia, pero surgen voces que sugieren que los consorcios de médicos de cabecera van a necesitar buenos gestores.

Finalmente, Salvador Enguix, en "Camps exporta su modelo" expone los resultados de los hospitales públicos gestionados por entidades privadas. Hay muchas críticas a esta fórmula y algunas evidencias que la ponen en entredicho (déficit, retraso en el pago a los proveedores…).

En definitiva, estos son algunos de los temas candentes:
  • Gastos relacionados con la burocracia.
  • Control de la demanda.
  • Responsabilidad y pago por resultados a los profesionales.
  • Separación de la financiación de la provisión.
  • El gasto sanitario aumentará: necesidad de gastar "bien".
  • Innovar en tiempos de crisis.
  • Papel de los gestores.
  • Modelos de gestión públicos-privados.

domingo, 30 de enero de 2011

El riesgo de la superficialidad


The shallows es un libro de Nicholas Carr que habla del impacto de Internet. The shallows se refiere a las "aguas poco produndas, a lo superficial..." Carr sostiene que el cerebro es plásico (se adapta a lo que aprendemos y, sobre todo, a la manera como lo aprendemos). Friederich Nietzsche (1844-1900) ya advertía el impacto de escribir a máquina en lugar de hacerlo con pluma "Our writing equipment takes part in the forming of our thoughts".

Las "tecnologías intelectuales" cambian los circuitos neuronales: el mapa, el reloj, el libro… o la escritura, el alfabeto fonético, o el libro producen cambios importantes. La escritura permite pasar de la transmisión oral a la escrita, y el libro permite "transportar" el conocimiento. La red también introduce nuevos cambios en las relaciones:
  1. Bidireccionalidad.
  2. Interactividad.
  3. Accesibilidad.
  4. Facilidad para hacer búsquedas.
  5. Capacidad de hipervínculos.
  6. Tiempo de uso (más de 12 horas a la semana en el caso de los adultos americanos, sin contar ni teléfono ni TV).
La digitalización, los hipervínculos, la accesibilidad, cambian la manera de escribir y de pensar. La lectura clásica era un proceso lineal y secuencial y ahora Carr señala que el acceso fácil a la información hace que predominen las cosas cortas, amables y bitty. Internet y la digitalización son complementos de la memoria (y por lo tanto podemos perder "memoria"). La externalización de la memoria tiene riesgos y, además, el exceso de "ayudas a la toma de decisiones" puede discapacitarnos para tomar decisiones en situaciones inesperadas (technology's numbing effect). Internet no es un sustituto de la sabiduría. Y uno de los riesgos de internet radica en quedarnos en la supeficialidad de las cosas.

Las cosas no son tan rápidas. La introducción de nuevas tecnologías sustituye las antiguas (o bien obliga a que se adapten). Pero esta substitución no es inmediata ni homogénea y, además, cabe la posibilidad de que las adaptaciones sean un éxito. La televisión no mató la radio, pero la transformó profundamente. Pero en cambio ya no hay "máquinas de escribir". En los últimos años no ha disminuido el número de libros editados en el estado español, según el Instituto Nacional de Estadística, y se ha pasado de 60.492 títulos publicados en el 2004 a 86.330 en el 2008. El número de libros editados en 2009 ha bajado a 74.521 (¿la disminución se debe a la crisis o al libro electrónico o a ambas?). En todo caso, la desaparición del libro convencional no se prevé de una manera inminente.

Ahora bien, el avance de la digitalización (internet, vaya) es imparable y algunos dice que lo más importante está por llegar. Genís Roca sostiene que estamos en fases iniciales del proceso. Primero se produce una transformación: básicamente hacer casi lo mismo con herramientas un poco distintas (el ordenador es una excelente "máquina de escribir"). Pero luego viene el cambio radical (el tipo de cambio que representa iTunes o Spotify, del que hablábamos en un post anterior). En los próximos años este cambio radical también va a llegar al mundo sanitario. El reto es obtener los máximos beneficios de la herramienta sin perder sabiduría.

sábado, 29 de enero de 2011

A veces un juego va en serio


La revista Time ha considerado que uno de los hombres del año 2010 era MarK Zuckerberg (White Plains, New York, 1984), el creador de Facebook. Incluso le ha dedicado la portada del último número del año. En el artículo se compara Wikileaks con Facebook. Facebook se describe como algo banal, entre el exhibicionismo y el cotilleo. Wikileaks tiene intención: desvelar secretos, la transparencia. No entraré en el debate (por lo menos en este post y de una manera provisional). He vuelto a releer este artículo a raíz de las noticias sobre la agitación social en los países mediterráneos del norte de África. Y, sorprendentemente, emerge Facebook como un elemento importante en estas manifestaciones.
Mohamed Bouazizi, el joven tunecino sin trabajó que se inmoló a lo bonzo el pasado 17 de diciembre, falleció el 5 de enero de 2011. Algunos identifican este hecho como el punto de partida de una agitación sin precedentes recientes. Esta agitación tiene impacto real: el presidente Ben Alí (con toda su familia) se vió obligado a abandonar Túnez. Paralelamente una mujer intento inmolarse en Argelia a mediados de enero. Y en los últimos días Egipto hierve de una manera desbordante.

Las manifestaciones en Egipto se convocan a través de Facebook y las fotos que confirman la acción desmesurada de las fuerzas del orden se publican casi de inmediato. El jueves (27 de enero) a las 22.28 horas las autoridades egipcias bloquen los proveedores de internet (el 90% de los egipcios dejan de tener acceso a la red) y el viernes a las 07.00 horas los móviles dejan de funcionar. Pero la solución sigue estando en la red. Llamando a un teléfono de París es posible mantener la conexión a Internet. No es tan fácil silenciar a la red.

Como señala Manuel Castells en La Vanguardia: "la revolución del jazmín no será tan fácil de doblegar porque es una revolución basada en la libre comunicación". Pero las revoluciones sin líder plantean problemas. Los objetivos son difusos, aunque inicialmente compartidos por todos. Poco a poco se manifiestan frustraciones por objetivos no alcanzados, pero que no se habían compartido previamente. La falta de liderazgo no permite identificar interlocutores (a veces la única interlocución es unidireccional a través de los medios de comunicación). Los disidentes o los marginales (o los boicoteadores) no se aíslan fácilmente. El precio del desorden puede ser muy alto. Pero las acciones sociales son imparables. El contagio de las multitudes no es una teoría.

En cualquier caso, es poco razonable minimizar la potencia de la red. Patientslikeme o e-patients son buenos ejemplos del impacto de la red en temas sanitarios. Pero si la red puede destronar "presidentes-caciques", ¿por qué no puede actuar en otros ámbitos? La democracia electrónica está a la vuelta de la esquina.

martes, 25 de enero de 2011

Copyright


El tema de la propiedad intelectual se debate en este país desde hace tiempo. Las descargas "ilegales" de internet están en el punto de mira. Las posiciones son claras y contundentes, como se expresa en este artículo a favor de leyes rígidas contra las descargas ilegales. El autor hace algunas afirmaciones bastante impresentables, como por ejemplo "Hasta ahora, la Red no ha creado nada mejor que el Quijote o Hamlet en literatura, la Gioconda en pintura o la Novena sinfonía de Beethoven en música, pero sí ha multiplicado las posibilidades de acceso, copia y reproducción". Primero, en poco más de veinte años es difícil hacer más que en los 40.000 últimos años (desde que el ser humano empezó a pintar las grutas con dibujos maravillosos) y segundo, la lista de cosas increíbles que hace internet podría ser interminable (la secuenciación del virus del SARS en poco más de 15 días se consiguió gracias al trabajo en red, por poner un ejemplo). El autor no reconoce el impacto de internet que permite el acceso de la mayoría a una inmensidad de conocimiento (gracias al teléfono móvil este acceso es posible hasta en países en vías de desarrollo). A pesar de Cervantes, Shakespeare, Leonardo o Beethoven antes sólo unos pocos podían acceder al conocimiento. Si la propiedad intelectual sirve para las élites, mejor buscar otras alternativas.

El mercado es un buen terreno para la innovación. Pero no todo puede dejarse en manos del mercado. El urbanismo, la educación o la salud no pueden dejarse exclusivamente en manos del mercado. La propiedad no da derecho a todo. La propiedad de un terreno no permite edificarlo de la manera que se quiera, sin respetar las normas urbanísticas. La propiedad de un terreno no permite impedir el paso. Las servidumbres de paso son un derecho común (con algunos ejemplos preciosos como el "Camí de cavalls" de Menorca).

La propiedad tiene límites y uno de estos límites es el bien común. Las bibliotecas cumplen esta función: permiten el acceso gratis a los libros. Esta posición la defiende, en parte,  Robert Darnton, en un libro precioso titulado The Case for Books: Past, Present, and Future (2009) (existe una traducción catalana Digitalitzar és democratitzar? El cas dels llibres y una castellana Las razones del libro. Futuro, presente y pasado).

 
Es evidente que hay que pensar en los autores y en el retorno lógico por su esfuerzo. Algunos exagerados llegan a afirmar si se elimina la propiedad intelectual ya no se publicarán libros de poesía (como si los poetas viven de los derechos de autor de los libros de poesía). Hay que resolver la manera de compensar el esfuerzo y, a la vez, permitir el acceso lo más amplio posible al máximo de contenidos. Técnicamente es posible, hay que ver la manera de hacerlo realidad (digitalizar bibliotecas es una opción, pero no la única). Tal como están las cosas, veo más realista la solución Spotify que la de una tienda convencional puesta en internet.

Y todo esto, ¿qué tiene que ver con la salud? Pues todavía no está bien resuelto el acceso individual a la literatura médica. Los contratos institucionales son caros y tienen limitaciones. Las suscripciones individuales no son aplicables en los casos en los que se consultan pocos artículos de muchas publicaciones. Necesitamos un Spotify de las publicaciones médicas. Y mientras no haya una solución satisfactoria habría que pensar en el bien común.

 

Acceso a los datos personales


Una de las decisiones más importantes del gobierno de David Cameron respecto a la organización de los servicios sanitarios es la transparencia. El gobierno quiere que los pacientes tengan acceso a toda la información que se refiere a su salud. Esta posición se expone en el documento de trabajo An Information Revolution: a consultation on proposals. Una vez finalizado el plazo para recibir comentarios, la British Medical Association se muestra muy escéptica en lo que se refiere al libre acceso por parte del paciente a la información clínica.

Uno de los aspectos en lo que se centra la posición de la BMA es en el acceso de los pacientes a las notas médicas. La BMA alega que estas notas son personales y que sirven al médico para recoger impresiones o puntos de vista que, en un momento dado, pueden ser útiles para el diagnóstico. El acceso a estas notas por parte del paciente podría generar confusiones en lugar de ayudar a tomar decisiones. Richard Smith sugiere que habrá que enseñar a los médicos jóvenes a redactar estas notas, pensando que pueden ser leídas por sus pacientes.

Esta discusión viene de lejos. Desde hace años nadie pone objeciones para la libre disposición por parte del paciente de los resultados de las exploraciones o de los informes de alta. Era excepcional el paciente que pedía una copia de "toda" la historia clínica (a la que tenía derecho, por supuesto). También hace años ya se discutía sobre el curso clínico y el grado de "privacidad" de las opiniones que se hacían constar. Los cursos clínicos de los pacientes ingresados, a veces, se escriben con poca pulcritud y delicadeza: "pauto sueros dado que el paciente se niega a comer" (se trataba de un paciente anciano, deshidratado y obnubilado). No tengo dudas al respecto. Los cursos clínicos son una parte de la historia clínica y, quizás, como sugiere R. Smith, deberíamos aprender a escribir las notas personales en la historia del paciente.

Estos ejemplos ponen de manifiesto el período de cambio de paradigma. No podremos precisar la fecha, pero dentro de unos años el nuevo paradigma hará obsoletas estas discusiones. ¿Qué ocurrirá si, de una manera generalizada, se pasa de la historia clínica electrónica (está en el sistema sanitario) a la historia clínica electrónica personal (la clave de paso nos la da el paciente)?

sábado, 22 de enero de 2011

Que nadie se confunda: no es una crisis es un cambio radical

La Contra de La Vanguardia de ayer estaba dedicada a Don Tapscott (Toronto, 1947), un ejecutivo que escribe sobre estrategia de gestión. En el año 2006 publicó, junto a Anthony D. Williams, Wikinomics, seguramente uno de los libros más influyentes de la última década, en el que describe el impacto de la era digital. Pensar diferente, el valor de compartir o el concepto de prosumer (la diferencia entre productor y consumidor es obsoleta) son algunas de las ideas fuerza del libro.

En la entrevista de La Contra insiste en un tema clave: esto no es una crisis, es una cambio trascendental. Tapscott sugiere que el nuevo modelo se construye a partir de cinco principios (que son perfectamente extrapolables al ámbito sanitario):

  1. La colaboración (en oposición a la jerarquía). Los servicios con estructura castrense tienen los días contados. La separación entre ámbitos asistenciales será un delito.
  2. Apertura y transparencia. Hay que enseñar lo que se hace, dar respuesta a la información que se pidan y convencerse que, además del proceso (planear bien las cosas), hay que estar enfocados al resultado.
  3. Interdependencia. Nadie puede hacerlo todo solo siempre. La cooperación entre distintos profesionales, distintos ámbitos (e incluso ámbitos no estrictamente sanitarios) es imprescindible. Además, esta interdependencia cambia a lo largo del tiempo según las necesidades de los pacientes.
  4. Compartir la propiedad intelectual. Tapscott propone tres reglas de oro: Nadie es propietario, todos lo usamos y cualquiera puede añadir valor (Wikinomics. London, Atlantic Books. 2006, p. 273)
  5. La integridad. Una manera de testar la integridad de las organizaciones sanitarias es analizar la manera de abordar los errores y la seguridad clínica.

Es un proceso que ha empezado. Todavía es posible subirse al tren. Pero que nadie se despiste, a mediados de los 90's ya se introdujo el concepto de "digitial divide" y la brecha digital es insalvable.

jueves, 20 de enero de 2011

¿Conectados o estrechamente unidos?


Hay diversos post en el Forastero.. sobre el trabajo en equipo, referido a las habilidades no técnicas, o a las características del equipo, con especial énfasis en el papel de disidente. En una primera aproximación podría suponerse que el buen funcionamiento de un equipo se debe a la existencia de lazos robustos entre sus integrantes. Es obvio que el desorden y la desconexión ponen en duda el concepto de "trabajo en equipo". Pero los equipos extraordinariamente cohesionados, casi monolíticos, ¿tienen futuro? A corto plazo nadie lo pondría en duda. Para llevar a cabo un proyecto con fecha de caducidad, tampoco. Y ni mucho menos en situaciones de crisis. Pero, estos equipos tan cohesionados ¿son realmente creativos? ¿Es posible esperar la innovación de este tipo de equipos?

Algunas de estas preguntas me las ha sugerido la lectura del libro Superconnect, de Richard Kock & Greg Lockwood.

Los autores sugieren que los lazos muy fuertes (como los lazos familiares) tienen limitaciones a la hora de encontrar soluciones a problemas o de innovar. Por ejemplo, es más fácil encontrar trabajo a través de un amigo lejano con el que tenemos contactos puntuales que a través de un familiar muy próximo. En los grupos con lazos muy fuertes todos se conocen entre sí y es poco probable que surjan ideas nuevas. Además, se producen fenómenos de imitación que tienden a homogenizar el grupo (se repite la opinión del líder o del primero que emite un comentario). Kock y Lockwood hacen suyas las teorías de Mark Granovetter (1943), un sociólogo norteamericano que describió en 1973 la potencia de las "vinculaciones o los lazos débiles", en un artículo titulado "The strength of weak ties" y, posteriormente (1983), la relación de los lazos débiles y las redes.
Los "lazos débiles" permiten relacionarnos con realidades muy distintas a las nuestras. Estos contactos son los que permiten la introducción de nuevas ideas y, en definitiva, la innovación. La clave son las conexiones más que la fortaleza de los vínculos. Aplicado todo esto al mundo sanitario se podría afirmar:
Equipos unidos con lazos fuertes: si, naturalmente, pero…
  • Promoviendo los contactos y las conexiones con otros: estancias en otros, participación en proyectos multicéntricos, foros de discusión virtuales…
  • Promoviendo el recambio periódico de algunos componentes del equipo.
  • Valorar los éxitos por los resultados obtenidos (a partir de objetivos definidos de antemano) y compararlos con los que obtienen otros.
El objetivo es la excelencia, pero sin perder la capacidad de respuesta a situaciones nuevas.
Aunque parezca mentira, los lazos fuertes pueden ser tóxicos. La potencia está en la multitud de conexiones más que en la simple cohesión del equipo.

lunes, 17 de enero de 2011

Las casualidades existen, ¿o no?


Esta mañana he enviado un correo a un amigo. No tenía la dirección y la he buscado en los contactos del Outlook. Al poco rato he recibido un correo de F. Coincidí con F. hace años en un curso. Buena química, pero sin contactos personales a lo largo de los últimos años. Me dice que ha recibido el correo (sin darme cuenta he puesto una dirección del Outlook equivocada) y que inevitablemente ha leído que hablamos de web 2.0. Me pide el móvil y en poco más de veinte minutos me cuenta sus experiencias con el call center, con las alternativas basadas en TIC's y me dice que los pacientes son menos resistentes que los médicos a las nuevas tecnologías, que ha objetivado que las TIC's ahorran visitas o que es preciso convencer a los directivos.
Comentamos que el cambio es difícil. F. me cuenta que hace muchos años, en un centro asistencial, la mayor parte del espacio del mismo se dedicaba a sala de espera. Eran tiempos de las visitas de 2 horas y media (a unos 70 pacientes por médico, incluyendo visitas, recetas y papeleo diverso). En el centro, poco a poco, se iban instalando aparatos para analizar muestras de sangre (el centro poco a poco concentraba las determinaciones de una zona cada vez más amplia). El laboratorio estaba en la tercera planta. Y de pronto alguien constató que el edificio ya no resistía más peso. Se barajaron múltiples soluciones, pero ninguna daba respuesta al problema. Hasta que a alguien se le ocurrió contar cuantos pacientes estaban esperándose para ser visitados. La solución era reducir el número de personas (a 7º kg por persona) para reducir el peso. Las agendas se racionalizaron y nunca había más de media docena de pacientes pendientes de ser visitados.
Quizás la historia no es del todo exacta (no porqué F. la haya contado mal sino por mi interpretación). Pero de esta mañana distinta propongo dos conclusiones:
  1. Las casualidades no existen. Las casualidades (la suerte) son un producto de la preparación y la oportunidad, como decía Randy Pausch. El e-mail equivocado es una oportunidad para un encuentro inesperado y fructífero.
  2. Los detonantes para el cambio son muy diversos. La sobrecarga del edificio obligó a modificar el sistema de programación y, como consecuencia, el paciente dejó de perder su tiempo en la sala de espera.

domingo, 16 de enero de 2011

Estatutario emprendedor

El oxímoron es una figura retórica que tarta de armonizar dos conceptos opuestos. Es razonable tildar de oxímoron al título de esta entrada: el concepto de “estatutario” puede considerarse como el contrario de “emprendedor”.


Un parte muy importante de los médicos de este país tiene la condición de “estatutario” que no es lo mismo que “funcionario” pero que comparte un elemento básico: la garantía de estabilidad laboral. Nadie puede negar que una parte significativa de la innovación en el mundo sanitario se ha producido en el entorno de los profesionales “estatutarios”. Por lo tanto, sí que se podría hablar de “estatutario emprendedor”. Pero en la situación económica actual, ¿es posible seguir pensando en el “estatutario innovador”?


Según el interesante libro de Marc Vidal (su blog merece la visita) titulado Contra la cultura del subsidio (Gestión 2000, 2010) en este país los emprendedores lo tienen mal. Vidal sugiere que las cualidades del emprendedor son:
  • Empuje.
  • Decisión.
  • Observación.
  • Energía.
  • Paciencia para tolerar la pesada administración pública y su burocracia.
  • Inconsciencia para sobrellevar el riesgo de exclusión que conlleva arruinarse en este país.
Es clave la “cultura del fracaso” y en nuestro país si fracasas sueles recibir más humillación (en forma de compasión o en forma de aislamiento) que reconocimiento por el esfuerzo. Vidal sostiene que vivimos en un medio de indigencia intelectual generalizada y que la administración es un inconveniente para el progreso (el mantenimiento de la estructura administrativa representa el 15% del PIB) porqué está integrada “por tecnócratas ineficientes que deben proteger grandes estructuras laborales vinculadas a sindicatos y empresas protoinstitucionales (p. 64)”. Sin embargo Vidal también insiste que los nosotros mismos somos los responsables de nuestros males. Yo también lo creo, quizás hemos vivido por encima de nuestras posibilidades (el PIB da para lo que da).

La solución que propone Vidal es la empresa abierta, horizontal y dinámica (la llama “el sexto continente”) y que se basa en el talento colectivo: compartir, conectar, pensar conjuntamente, alianzas, comunidades virtuales, etc….

Para hacer estas cosas la situación de estatutario no es ningún inconveniente (y además si saltas tienes la red de seguridad: la plaza). Si antes en los centros sanitarios se hacía innovación, ahora también es posible. Y ahora quizás habrá que hacerla gratis, me refiero, a cambio de nada. El incentivo es la supervivencia y no perder posiciones.

Dos últimas citas de Marc Vidal:
  • Sembrar en tiempos de crisis repercute en la robustez posterior de la empresa (p. 46).
  • …las opciones son pocas cuando vienes del desierto laboral: emigrar o emprender (p. 127)

domingo, 9 de enero de 2011

Médicos con ángel

La periodista Tatiana Sisquella publicó ayer un artículo sobre la actitud de los médicos en Ara, un periódico (moderno y atractivo) que se publica en Barcelona desde finales de noviembre. Un artículo excelente.


La traducción es mía:

Un médico, en general, es un experto en alguna parte de tu cuerpo. Hasta aquí, todo normal. Lo que ya es más sorprendente es encontrarte con un médico que tiene ángel. Estos también tienen la carrera de medicina, llevan bata blanca y hacen mala letra, pero, a diferencia de los otros, se definen por cómo te hablan, como te miran y como te tocan.

Un médico con ángel es una persona que cura antes de comentar el tratamiento, es un doctor que escucha y se deja sorprender por tus preguntas. Cuando te habla lo hace imaginándose que él es el paciente y no da por sabido ni obviado nada de lo que te puede inquietar. No se cansa nunca de contestar los mismos interrogantes y siempre encuentra un momento para hablar de algo que no es el motivo de la visita. Los médicos con ángel no dicen mentiras, pero saben cómo potenciar las buenas verdades. Tienen un criterio exquisito a la hora de plantear los tratamientos y siempre encuentran una silla por algún rincón para sentar a todos los acompañantes. Si te tienen que hacer una exploración, se preocupan por si tienen las manos frías y si te tienen que leer un diagnóstico lo acompañan siempre con un dibujo o una metáfora cotidiana, para que todo el mundo lo entienda. Son médicos que recuerdan tu nombre de pila antes de mirar la ficha y no miran el reloj a pesar de trabajar a la Seguridad Social. Suelen saber no sólo los nombres de las enfermeras, sino también cuántos hijos tienen, si el marido está en paro o si han ido a Venecia de vacaciones. Incluso los hay que, si es necesario, dan su teléfono personal para cualquier cosa, sea para una duda o un consuelo. Yo, que soy paciente de larga duración, reconozco la diferencia sólo poniendo un pie en la consulta. Con pocos minutos sé si he encontrado un médico o un ángel. A todos les doy la enhorabuena. Y a mis ángeles también les mando un beso.

Al final, lo importante no es tan complicado: tiempo, respeto, empatía, buenas relaciones entre los componentes del equipo, tacto, predisposión (dar el teléfono....).

lunes, 3 de enero de 2011

Va en serio

Los problemas económicos del sistema sanitario público son serios. Estas son las declaraciones del nuevo Consejero de Economía de Cataluña, Prof. Andreu Mas-Colell. Un parte del déficit se explica por el gasto sanitario (excesivo). En cualquier caso las medidas para corregir esta situación deben  tomarse de immediato y no puede esperarse a cambios de actitud con impacto dudoso a medio plazo.