viernes, 28 de noviembre de 2008

Sistemas de información compartidos

Uno de los elementos clave en el desarrollo de la atención integrada es un sistema de información completo (con toda la información del paciente), compartido, usable y accesible desde todos los dispositivos asistenciales. En muchas ocasiones los sistemas de información son más una barrera que instrumento facilitador. Tino Martí (Institut d’Estudis de la Salut) insiste en el hecho que la complejidad de la atención sanitaria (especialmente cuando hay múltiples proveedores) hace muy difícil el trabajo con un sistema de información único. Por lo tanto los sistema de información compartidos son los que permiten la atención integrada, mantienen la interoperabilidad y respetan la autonomía organizativa de cada institución.

Un buen sistema de información, además de mejorar la atención al paciente, permite mejorar la comunicación entre profesionales, compartir información y promover la cooperación en el proceso de toma de decisiones.

Algunos de los aspectos que debe considerar el sistema de información son los siguientes:



  • El punto de partida es la identificación de la población.

  • La base del sistema de información es un “repositorio” de información:
    Informes de alta
    Prescripción
    Imágenes
    Programación de visitas.

  • La firma digital es imprescindible para garantizar la “trazabilidad” (identificación de todos los profesionales que han accedido a la información).

  • La conexión debe ser en tiempo real.

  • El funcionamiento debe ser muy intuitivo, de manera que los requerimientos de formación de los usuarios sean mínimos.

  • El desarrollo de un buen sistema de información debe hacerse de una manera progresiva.



Estas ideas son las que fundamentan un buen ejemplo de sistema de información compartido que facilita la atención integrada: la “Plataforma del Consorci Hospitalari del Maresme” que se desarrolla en el marco de un modelo capitativo. El responsable es el Dr. Luis García Eroles (lgarciaer@csdm.cat) que puede ampliar esta información.




martes, 18 de noviembre de 2008

Sin bata, sin mangas y sin corbata

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Observar la realidad desde puntos de vista distintos siempre es útil. He asistido a una reunión con miembros del equipo directivo del Salford Royal NHS Foundation Trust. Este hospital del área metropolitana de Manchester es uno de los que muetra una mejora cualitativa más importante de Inglaterra. El equipo directivo, en los útlimos años, se ha propuesto conseguir un cambio profundo en la manera de funcionar.

Dos elementos que han contribuido a la mejora de la calidad.
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1. No hay instrumentos mejores que el compromiso de los profesionales.
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Se discuten diversas estrategias para mejorar la calidad. Muchas de estas estrategias pretenden estimular la motivación de los profesionales: incentivos económicos, reconocimiento, penalizaciones, etc... La calidad mejora, al margen de los incentivos, si los profesionales se comprometen e intentan superarse cuando las cosas salen mal. La indiferencia es el peor enemigo de las estrategias de mejora de la calidad.
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2. A veces las soluciones simples funcionan.
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Se discute mucho sobre la mejor estrategia para prevenir las infecciones: lavado de manos, solución hidroalcohólica, aislamiento...

En Salford la recomendación inicial es simple: evitar las batas blancas, todos en manga corta y los hombres sin corbata.
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Demasiadas veces complicamos las cosas y olvidamos soluciones simples (y de un coste económico irrelevante).
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domingo, 16 de noviembre de 2008

Urgencias: el núcleo y la periferia del problema.

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En el curso de liderazgo y gestión clínica que impulsa el Institut Català de la Salut (ICS) a través de la Fundació Josep Laporte y del Institut d’Estudis de la Salut (IES) se ha debatido sobre la organización de la atención urgente. El Dr Xavier Corbella (Director Gerente del Hospital Universitari de Bellvitge –HUB- y Gerente territorial de la región Metropolitana-sud) y el Dr Fernando Marín (de la Direcció d’Afers Assistencials del ICS), han presentado la visión del hospital y de la atención primaria respectivamente.


De sus intervenciones, y de las intervenciones de los participantes en el curso, surgen diversas cuestiones. La atención urgente es un tema que suscita debates apasionados. ¿Por qué no se diseminan las experiencias de éxito de algunos hospitales, como el HUB? ¿Por qué a pesar de la implantación de alternativas a las urgencias hospitalarias se detecta una escasa reducción en el número de casos atendidos? ¿Por qué los pacientes acuden al servicio de urgencias hospitalario en un horario en el todos los dispositivos asistenciales están abiertos, en horario comercial (bussiness hours) como dicen algunos? En fin, muchas preguntas.

Sin embargo, de las intervenciones de los ponentes surge un elemento muy interesante. Es preciso identificar el punto clave del problema, el núcleo. Muy a menudo nos entretenemos en la periferia de los problemas y obviamos el núcleo. Podemos discutir la importancia de la profesionalización de las urgencias (con el largo e interminable debate sobre la especialidad de urgencias "urgenciólogos o emergenciológos"), la centralización de las camas, la labor de filtro de la atención primaria (gatekeeper), los programas de atención domiciliaria, los pre-avisos de alta, la programación quirúrgica adapatada a la gravedad y a la disponibilidad de camas...

Todo es muy importante, pero según los ponentes hay dos elementos clave: la reducción de la estancia media en el hospital y la reducción del tiempo de espera para las visitas espontáneas en atención primaria. Resolver la periferia del problema es necesario, dedicar esfuerzos para resolver el núcleo del problema es imprescindible.
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A partir de Pascal.

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El filósofo Blaise Pascal (1623-1662) identificaba tres órdenes: el de los cuerpos, el del espíritu y el de la bondad (o de la caridad, como él le denominaba). Pascal sostenía que un orden se caracteriza por ser un conjunto homogéneo y autónomo de ideas y acciones, regido por unas leyes propias, de las que se derivan la independencia de otros órdenes.

Al margen de las características de cada orden, lo que me parece más interesante es el concepto de la existencia de una lógica interna en cada uno de los órdenes. Y que las lógicas internas de un orden no ayudan a explicar el otro y que no pueden mezclarse.


André Comte-Sponville, en un libro muy interesante titulado Le capitalisme est-il moral?, hace un paralelismo de los órdenes de Pascal hablando de el orden económico-técnico-científico, el orden jurídico-político, el orden moral (y le añade un cuarto orden, el orden del amor, que se refiere a una distinción semántica entre moral y ética, y lo relaciona con la generosidad o el altruismo). Desde un punto de vista práctico nos movemos entre los tres primeros órdenes: la ciencia, la legalidad y la moral. Así, la vida es un fenómeno biológico, la ley nos dice, por ejemplo, si el aborto es legal o ilegal, y la moral sanciona la bondad o la maldad del aborto. El fenómeno biológico no puede explicarse desde la moral o desde la ley. Y, además, lo legal no tiene porque ser considerado bueno por todo el mundo (ninguna mujer está obligada a abortar). Es muy frecuente que con la lógica interna de un orden se intente explicar otro. La ley o la moral no pueden explicar la biología.

Los problemas de la sanidad o la subversión de los órdenes.

Esta larga introducción viene a propósito de un curso de liderazgo y gestión clínica que impulsa el Institut Català de la Salut a través de la Fundació Josep Laporte y del Institut d’Estudis de la Salut.
En este tipo de cursos los debates y las discusiones son más ricos que muchas de las presentaciones (o, sin desmerecer a los ponentes, podríamos decir que la riqueza del curso dependen en gran parte de los alumnos).
Es muy frecuente que los alumnos analicen los problemas de la sanidad (diagnóstico) y propongan sus soluciones (tratamiento). La mayor parte de las veces ellos, los alumnos, son las víctimas del problema y la solución siempre, (siempre de una manera persistente y sistemática), siempre está en las acciones que deben realizar otros.
Si tuviera que hablar de órdenes en el sistema sanitario, identificaría tres:

  • el orden de la vida cotidiana,
  • el orden de las organizaciones,
  • el orden de la política.

Ante problemas de la vida cotidiana, los clínicos (los alumnos) siempre atribuyen las soluciones a las acciones de la organización o de la política. Es obvio que si la organización o la política fueran distintas el problema en cuestión podría tener unas connotaciones distintas, pero no de una manera necesaria. El resultado final de este tipo de discusiones suele ser el monólogo y la parálisis intelectual. Cuando la solución siempre está en otro no podemos hacer nada.


A lo largo del curso no es infrecuente apelar a la “dirección” como fuente de la solución de los problema. Un caso extremo (pero real) es el de alguien que apela a investigar la financiación de los partidos políticos para resolver el déficit económico de la sanidad. Quizás podría ser más útil llegar a la fuente del problema y culpabilizar a Bush de todo el mal (me refiero a más “útil” en el sentido que esta afirmación englobaría todo el mal). A pesar de lo sensato de la propuesta, es poco probable que se aprecie cambio alguno en la sanidad local con el cambio de presidente. Y en este caso, a Bush no le ha cambiado nadie más que el ordenamiento jurídico americano. Cuanto más alejada está la solución más débil es el impacto del cambio (o por lo menos el impacto inmediato del cambio). Cuanto más lejos está la solución es menos probable que el cambio se ajuste a las necesidades locales.
Los problemas del orden de la vida cotidiana (los que afectan a los clínicos) deberían resolverse sin apelar sistemáticamente a los otros órdenes. En ocasiones debatimos problemas de otros órdenes (que son irresolubles) para no tener que ocuparnos de los de nuestro orden (que nos incomoda tener que resolver). Es decir, nos preocupa más discutir las obras que se hacen en nuestro hospital que la poca puntualidad en el inicio de la consulta o la corrección de un indicador que denota mala calidad.

Albert Jovell, en una clase del mismo curso habla de algo parecido a los órdenes. Dice Albert Jovell que en las organizaciones sanitarias cabe distinguir tres niveles en los que se toman decisiones: el nivel de la relación médico-paciente, el nivel de centro sanitario y el nivel de gobierno. En la relación médico-paciente, el objetivo es la calidad. A nivel de centro lo que preocupa es el uso eficiente de los recursos y al gobierno le preocupa la equidad. Es una perspectiva equivalente a la de los órdenes. Es muy difícil exigir que se comprendan decisiones distintas a las del propio orden. Así, no es fácil exigir al clínico que piense en la equidad, ni al político o al director de centro que piense en la calidad sin tener en cuenta la eficiencia o la equidad.
Albert Jovell, muy acertadamente, pone de manifiesto que cuando un clínico se dedica a actividades de gestión sus compañeros le reprochan que ha cambiado de bando. Lo que ha ocurrido es que ha cambiado de punto de vista, por lo que el criterio básico se ha desplazado de la calidad a la eficiencia. Seguramente no podemos exigir que desde un nivel se mantengan los valores de otro, pero, lo que si debería ser exigible es la comprensión de los valores distintos que entraña cada perspectiva.

En defnitiva, se trata que desde el conocimiento de nuestro "orden" tratemos de comprender el de los otros.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Ideas fuerza

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En muchas ocasiones las ideas aparentemente simples son las más útiles. "Circule por la derecha" (o por la izquierda en el Reino Unido) es muy simple, pero extraordinariamente útil. Ante la duda: "circule por la izquierda" (en el Reino Unido, claro). He aquí algunas reflexiones desde Murcia.


He asistido a las IX jornadas de la Fundación Signo, en Murcia, del 5-7 de noviembre de 2008. Ha sido como un visto y no visto. He participado en una mesa sobre telemonitorización de los pacientes con enfermedades crónicas. Interesante. Un montón de proyectos piloto con resultados positivos que no se llevan a la práctica. Es un motivo para la reflexíón. Creo que los clínicos entusiastas que plantean (planteamos) estos problemas a los gerentes no lo hacemos adecuadamente. Simpre hablamos de "más para hacer más", pero no hablamos del núcleo del negocio en tiempos de crisis: "¿podemos hacer más con algo menos?", "si renunciamos a algo (camas, cubrir una vacante...), añadiendo tecnología, ¿podremos hacer algo más?".


Rafael Bengoa, director del Observatorio Kroniker, ha sintetizado las estrategias de gestión de las enfermedades crónicas de una manera excelente. La conclusión más sugestiva: la división entre atención primaria y atención hospitalaria, además de "antigua", es inoperante.


He asisitido también a una charla del doctor Vicenç Thomàs i Mulet, Conseller de Salitat i Consum del gobierno de las Illes Balears. Ha hecho una exposición sobre los problemas generales de la sanidad en nuestro país. Tres ideas fuerza:

1. Los médicos deben asumir el liderazgo clínico de la micro-organización.

2. Es preciso reclutar profesionales no médicos para realizar labores directivas. No tiene sentido que muchos médicos dejen la práctica clínica cuando tenemos déficits de profesionales.

3. Es preciso separar la gestión de la política. Los cargos intermedios deben tener continuidad y basar su continuidad en los proyectos y en los resultados, no en las circunstancias políticas.

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sábado, 8 de noviembre de 2008

Yes, we can


Ha ganado Obama. Me alegro mucho. En el programa electoral de Obama hay algunos temas clave relacionados con la sanidad:

  • Historia electrónica (y acceso electrónico a la información médica)
  • Programas de gestión de las enfermedades crónicas (disease management), con un émfasis especial en la coordinación y la atención integrada.
  • Seguridad clínica.
  • Estudios comparativos de la efectividad.
  • Corregir las desigualdades en la atención sanitaria.
  • Interés por los derechos de los pacientes.

No está nada mal para empezar.

También merece la pena leer el artículo de Albert Jovell que publicó El País el 4 de noviembre.