lunes, 17 de enero de 2011

Las casualidades existen, ¿o no?


Esta mañana he enviado un correo a un amigo. No tenía la dirección y la he buscado en los contactos del Outlook. Al poco rato he recibido un correo de F. Coincidí con F. hace años en un curso. Buena química, pero sin contactos personales a lo largo de los últimos años. Me dice que ha recibido el correo (sin darme cuenta he puesto una dirección del Outlook equivocada) y que inevitablemente ha leído que hablamos de web 2.0. Me pide el móvil y en poco más de veinte minutos me cuenta sus experiencias con el call center, con las alternativas basadas en TIC's y me dice que los pacientes son menos resistentes que los médicos a las nuevas tecnologías, que ha objetivado que las TIC's ahorran visitas o que es preciso convencer a los directivos.
Comentamos que el cambio es difícil. F. me cuenta que hace muchos años, en un centro asistencial, la mayor parte del espacio del mismo se dedicaba a sala de espera. Eran tiempos de las visitas de 2 horas y media (a unos 70 pacientes por médico, incluyendo visitas, recetas y papeleo diverso). En el centro, poco a poco, se iban instalando aparatos para analizar muestras de sangre (el centro poco a poco concentraba las determinaciones de una zona cada vez más amplia). El laboratorio estaba en la tercera planta. Y de pronto alguien constató que el edificio ya no resistía más peso. Se barajaron múltiples soluciones, pero ninguna daba respuesta al problema. Hasta que a alguien se le ocurrió contar cuantos pacientes estaban esperándose para ser visitados. La solución era reducir el número de personas (a 7º kg por persona) para reducir el peso. Las agendas se racionalizaron y nunca había más de media docena de pacientes pendientes de ser visitados.
Quizás la historia no es del todo exacta (no porqué F. la haya contado mal sino por mi interpretación). Pero de esta mañana distinta propongo dos conclusiones:
  1. Las casualidades no existen. Las casualidades (la suerte) son un producto de la preparación y la oportunidad, como decía Randy Pausch. El e-mail equivocado es una oportunidad para un encuentro inesperado y fructífero.
  2. Los detonantes para el cambio son muy diversos. La sobrecarga del edificio obligó a modificar el sistema de programación y, como consecuencia, el paciente dejó de perder su tiempo en la sala de espera.

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