domingo, 5 de junio de 2011

El mejor, la media y la excelencia.

Las palabras, a veces, confunden más que iluminan. Si a alguien le preguntas ¿quiere que le opere el mejor cirujano?, es posible que la respuesta sea afirmativa. Pero, ¿qué significa “el mejor” en el ámbito sanitario? El mejor ¿comparado con quién? O, como en las películas de vaqueros: ¿el mejor durante cuánto tiempo? Porqué el bien sabido que siempre llega el día en que te encuentras a un pistolero más rápido que tú.

Creo que aspirar “a ser el mejor” es una fantasía. El problema real es que, las más de las veces, las comparaciones se hacen con la media. Si el objetivo es ser como la media vamos mal. La media tiende a la mediocridad. Por favor, absténgase de parecerse a la media! La media, por definición, también incluye a los más torpes.

La única respuesta aceptable para un profesional es la excelencia. Todos los profesionales, en su trabajo, deberían aspirar a la excelencia. Pero, ¿cómo se define la excelencia en el campo sanitario? No lo sé. Pero quizás puedo sugerir una aproximación.

Malcolm Gladwell, en Outliers (un libro excelente) explica una historia que me sirve para llevar a la práctica el concepto de excelencia (tal como comenté en el post del 8 de septiembre de 2010). Sintetizo la historia: en una universidad americana de élite admiten a un porcentaje de estudiantes afroamericanos. Al final los estudiantes blancos obtienen mejores resultados que los afroamericanos. En un primer análisis se piensa en el fracaso del programa de integración (las diferencias sociales y el bagaje previo de los estudiantes blancos era superior al de los afroamericanos y el proyecto no ha podido compensar estas diferencias). Sin embargo, al analizar la inserción en la vida laboral se vio que los estudiantes afroamericanos se desenvolvían mejor que la media. En definitiva, quizás no consiguieron ser los “mejores” pero su formación fue “suficientemente buena” (good enough) para destacar por encima de la media.

La excelencia podría situarse por encima de la línea que nos permite afirmar que somos “suficientemente buenos”. Hace un par de días, en la V Jornada d’Actualització Pneumològica celebrada en Lleida, resumía estas ideas sirviéndome de una curva sigmoidea.




La excelencia consiste en ser los suficientemente bueno para estar situado por encima de la línea roja, en la parte plana (superior) de la curva. En esta situación, pequeños cambios no se traducen en grandes alteraciones en los resultados. De esta manera no todo la excelencia debe ser “idéntica”. Además, sin necesidad de ser “los mejores”, muchos pueden (podemos) estar por encima de la línea roja.
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