Arreglar el mundo es una tarea que nos suele gustar a los mediterráneos. Se trata de una actividad solo superada, en intensidad y pasión, por la confección de la alineación más idónea de nuestro equipo de fútbol favorito. Las soluciones para arreglar el mundo sorprenden por su sencillez (y por su inaplicabilidad, tal como lo demuestran las evidencias empíricas). Se trata de acciones generales (“que paguen los ricos”) que, las más de las veces, presuponen que la “culpa” siempre es de los otros. Al final, como el mundo no tiene arreglo, dejamos la casa sin barrer.
Quizás no lo podemos arreglar todo, pero seguro que merece la pena dedicar algún esfuerzo para arreglar pequeñas cosas. El estilo es importante (técnicamente deberíamos decir la metodología). Con un buen estilo (metodología) podemos arreglar cosas o situaciones inesperadas.
La primera regla de estilo es definir claramente el problema. Solemos generalizar demasiado (“los residentes deberían….”). Hay muchas maneras de abordar los proyectos. Un posible ejercicio para plantear los problemas (y las soluciones) sería adaptar la técnica de “discurso del ascensor” (o the elevador pitch). El discurso del ascensor consiste en una descripción concisa y bien preparada de un proyecto, una propuesta de cambio o de la introducción de una innovación. El objetivo es convencer.
La adaptación al medio sanitario de las seis reglas del discurso del ascensor podría ser esta:
1. ¿De qué se trata? Sin demasiados detalles, se describe un problema concreto.
2. ¿A quién afecta? Pacientes, profesionales, otros centros…
3. ¿Qué beneficios aportará? Económicos, sanitarios….
4. ¿Quién puede liderar el proyecto? No vale el "todos", hay que identificar el miembro del equipo que asume el proyecto.
5. ¿Con quién compite este proyecto? ¿A quién pisamos o quién puede resistirse?
6. ¿Cómo se financia? En estos momentos el punto clave de todo proyecto es la sostenibilidad. Cada vez va a ser más difícil introducir innovaciones si no sustituyen algo "antiguo".
Este último punto sustituye al concepto de “ventaja competitiva” que clásicamente cierra los discursos del ascensor, que se supone son para obtener financiación. Pero el "discurso del ascensor" creo que puede ser útil para abordar problemas en el medio sanitario.
El éxito del discurso depende del “gancho” (el tema realmente atrae a la audiencia o a los directivos), la pasión con la que se expone y la existencia de referencias (y de disponibilidad para ampliar el contenido). Los dos errores más importantes: no controlar el tiempo (el discurso del ascensor debe durar entre 30” y dos minutos dicen los “sabios”) y perderse en detalles.
En la red hay muchos consejos para preparar un buen discurso del ascensor. Pero lo mejor es practicar. Una vez al año cada miembro del equipo prepara un "discurso del ascensor" sobre un problema. Se piensa, se discute, el autor recibe feedback... y luego se pasa a la acción.
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