La tesis central del libro es que los médicos (la "Medicina") se ha ocupado poco de aliviar la situación de los enfermos. Hasta 1865 en que Lister concreta la teoría de los gérmenes (y el papel de la asepsia y la antisepsia) poca cosa había hecho la medicina occidental para aliviar a los pacientes: el tratamiento del escorbuto o la vacuna contra la viruela, a lo sumo. El progreso del conocimiento científico fue enorme desde el Renacimiento, pero con un impacto casi nulo sobre el sufrimieto de los pacientes.
No puede hablarse de medicina efectiva hasta que los médicos empezaron a contar y a comparar (p. 283).
Además, el autor constata retrasos sistemáticos en la aplicación práctica del conocimiento. El microscopio se conocía desde hacía 200 años cuando empezó a utilizarse en la práctica a principios del siglo XIX. Pero actualmente tenemos otros ejemeplos: el papel del tabaco y el cáncer se conoce desde los años cincuenta, pero no se implementan campañas contra el tabaco hasta veinte, treinta o cuarenta años más tarde.
Los tres elementos clave de la atención sanitaria los resume muy bien un artículo de Porter en JAMA:
- El objetivo es añadir valor desde la perspectiva del paciente.
- Hay que trabajar por procesos.
- Es preciso medir resultados (ajustados por riesgo y coste)
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