lunes, 14 de septiembre de 2009

Comunicación del riesgo: a propóstio de la gripe.

Sigo en el congreso de la ERS. Una sesión interesante sobre la epidemia de gripe. Me ha interesado especialmente la presentación de Peter Sandman sobre “Comunicación de riesgos”. Sandman sostiene que el riesgo tiene dos elementos: la probabilidad (hazard), que es la dimensión del científicp, y la preocupación social (outrage). La probabilidad (aunque sea un probabilidad relacionada con el riesgo de muerte) (hazard) y la preocupación de la sociedad por el riesgo no tienen correlación estadística.
Sandman dice que los expertos y la población sobreestiman cosas diferentes: los expertos sobrestiman el riesgo aunque la probabilidad sea baja (al margen de la preocupación de la sociedad). Pot el contrario, la población sobreestima el riesgo cuando la preocupación es elevada, aunque el riesgo sea bajo (por ejemplo la epidemia gripal). No hay relación causal entre riesgo y preocupación.
Los periodistas suelen sobreestimar el riesgo cuando la probabilidad es baja pero la preocupación social es alta. En cambio, los periodistas suelen dejar de hablar del riesgo cuando la probabilidad es alta.

La comunicación del riesgo se enfrenta a tres situaciones:
  • Probabilidad alta y preocupación baja (por ejemplo la baja percepción social respecto a los riesgos del tabaco). En estos casos la comunicación debe incrementar la “preocupación social” (precaution advocacy, en el lenguaje de Sandman) mediante mensajes breves, atractivos y que se refieran a cosas prácticas.
  • Probabilidad baja pero preocupación alta: la comunicación debe intentar reducir la preocupación (outrage management): confirmar el control de la situación (a pesar de que se produzcan muertes) y dar respuesta a los tópicos (como la ausencia de razones para recharzar la carne de cerco en la gripe).
  • Situación de crisis: en la mayor parte de los casos son previsibles y, por lo tanto, los mensajes deberían prepararse con antelación.

La comunicación respecto a epidemias como la gripe debe aceptar que las cosas pueden empeorar. Por lo tanto, las estrategias de comunicación deben centrarse en dos aspectos: describir con precisión lo que es probable que pasará y, además, hacer referencia al peor escenario posible (aunque poco probable) y hacerlo al principio de la epidemia (no cuando las cosas van mal).

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