Sin la red seguramente no habría tenido la oportunidad de
leer un excelente artículo del profesor Quim Brugué (catedrático de CienciaPolítica de la UAB y director del IGOP). El artículo se titula “Tertúlia i
democracia” y apareció publicado en la edición del 30 de julio de 2011 del
periódico El Punt/Avui (está escrito en catalán y la lectura del original no
debería ser un inconveniente para los que tienen una lengua románica como
lengua materna y conocen una segunda. Pero, si a pesar de todo, el obstáculo
parece insalvable, siempre se puede utilizar el traductor de páginas web de
Google).
En síntesis, Brugué critica el papel de los participantes en
las tertulias: son capaces de hablar de cualquier tema, de sentar cátedra y
criticar ferozmente, pero no tienen ninguna responsabilidad. Los tertulianos
degradan la política de la misma manera que lo hacían los demagogos atenienses.
Algunas conversaciones alrededor de los recortes en los
presupuestos dedicados a la sanidad me parecen muy similares a las tertulias.
Todos opinan (opinamos) de lo que se debe hacer y de la manera mejor de hacerlo.
Pero lo hacen (hacemos) sin tener responsabilidades a la hora de tomar
decisiones. En este contexto, también
habría que considerar algunos hechos:
- Pocos profesionales dentro del sistema tienen (tenemos) una mínima visión global.
- El conocimiento del sistema sanitario catalán, en muchos casos, es claramente deficiente. Muchos colegas confunden el Servei Català de la Salut (CatSalut) con el Institut Català de la Salut (ICS): El Servei Català de la Salut (CatSalut), es el ente público responsable de garantizar la prestación de los servicios sanitarios de cobertura pública, para toda la ciudadanía de Cataluña, mientras que el Institut Català de la Salut (ICS) és un proveedor público de servicios sanitarios.
- Existe una tendencia a elevar las anécdotas a categorías.
- Se asume que las situaciones locales son generales. Se han cerrado puntos de asistencia urgente, pero paralelamente las urgencias hospitalarias han descendido un 2.5%.
- Pesa mucho (lícitamente) el “síndrome YYCQ” (YYCQ = y yo cómo quedo).
- Cuesta bastante encontrar cuatro gotas de autocrítica (especialmente entre los médicos).
Pero todas estas consideraciones no llegan al núcleo del
problema. Los ajustes presupuestarios a corto plazo sólo pueden concretarse
centrándose en los salarios de los profesionales. La “reordenación del sistema”
requiere más tiempo. Además, los ajustes rápidos se hacen en base al
igualitarismo y no a la meritocracia. Es posible que esto de “todos igual” es
lo que más duela de todo este proceso. Porque todos los profesionales no son
iguales.
Esta situación, desde una perspectiva que podría tacharse de
benevolente, podría equipararse a un accidente automovilístico. Ya ha pasado.
Ha afectado a todos independientemente de los “méritos”. Podría haberse
producido de otra manera. Etcétera. Pero una manera de mitigar el dolor agudo
es conocer las expectativas de la rehabilitación y la magnitud de las secuelas previsibles.
No saberlo duele tanto como el igualitarismo.
Último párrafo. En paralelo a las consecuencias laborales de
los ajustes no debemos olvidar a la ciudadanía. La situación repercute
directamente en los pacientes de una manera inmediata, como mínimo, en dos aspectos: esperas e
incertidumbres. Los profesionales sanitarios debemos minimizar el impacto de la
situación sobre los pacientes en la medida de nuestras posibilidades.
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