No soy lector de El País (no soy lector de El País desde 1978, o sea que no hay razones ideológicas"recientes" que justifiquen esta decisión), pero a través de la red he accedido al chiste de El Roto del 10 de septiembre. El texto es el siguiente: "Antes hacíamos medicina, ahora gestionamos el gasto sanitario". Este tipo de frases, desde un punto de vista universitario o intelectual, me parecen de "vuelo gallináceo", es decir, de vuelo corto. Gestionar el gasto ha formado parte, siempre, de la práctica de la medicina. La medicina de la opulencia es pornográfica e injusta. Un médico que no "gestiona el gasto" es un empleado o un inconsciente.
Ahora debemos poner más énfasis en la gestión del gasto porque nos hemos dado cuenta que hemos diseñado un sistema sanitario "perfecto" pero que tiene un pequeño inconveniente, no podemos pagarlo. Resolver este dilema requiere asumir el significado de ciertas palabras. Hay palabras que asustan y una de ellas es "priorizar". Priorizar ha formado parte de la esencia de la práctica clínica. Pero ahora parece que nos asusta tener que tomar decisiones.
La segunda palabra clave es "sacrificio". En situaciones difíciles las sociedades deben hacer sacrificios para superar estos escollos. Thomas Friedman lo explica muy bien en un artículo en NY Times del pasado 6 de septiembre. Los políticos evitan la palabra "sacrificio" cuando exponen sus soluciones a la crisis.
El problema de los "sacrificios" es que, a veces, tienen nombres de personas. Eufemísticamente estos "sacrificios humanos" se conocen con el nombre de "efectos colaterales". Es cierto, habrá efectos colaterales que se identificarán con nombres. Habrá que ayudarles (no todo el mundo está de acuerdo, pero yo creo que hay que ayudar al que ha perdido el paso). Pero, hay que pensar en "el día después". ¿Qué haremos mientras dure esta situación de crisis? ¿En qué situación estaremos cuando salgamos del túnel (siempre se ha salido de todos los túneles!!!!!)?
El problema más grave creo que reside en el hecho de que hay pocas evidencias de núcleos de pensamiento alrededor del "día después".
De la situación actual saldremos con más o menos cicatrices. Pero, ¿qué haremos el día después?
Hay que hablar de terciarismo, de urgencias, de enfermedades crónicas, del futuro de la atención primaria, de la relación entre la atención primaria y la atención especializada (¿tiene sentido esta división?)... y hay que hablar de estos temas con mentalidad de "el día después" no con mentalidad del siglo pasado.
Ya está bien discutir el presente.... pero ¿ alguien se ocupa del día después?
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