martes, 17 de marzo de 2009

¿Ciencia y/o arte?

En 1912 Frederic W. Taylor (1856 - 1915) publicó la obra “Principles of Scientific Management” en la que se proponía una nueva forma de organizar el trabajo en las cadenas de producción, es el “taylorismo”. La base del taylorismo esta en la cuantificación y en la objetivación de cada una de las tareas que se deben realizar para conseguir el producto final. El taylorismo se plantea dos objetivos básicos: aumentar la producción y disminuir la variabilidad.

En los últimos cien años casi nadie se ha podido escapar al esfuerzo de estandarización de los procesos productivos. Sin embargo, hay algunos procesos que son difíciles de estandarizar. El “arte de curar” siempre se ha resistido a la estandarización. En la práctica de la Medicina la dualidad entre ciencia y arte sigue en parte vigente. La estandarización es un hecho en los laboratorios o en los servicios de radiología, afortunadamente. La corriente “científica” impulsa los protocolos y las vías clínicas con el objetivo de estandarizar la práctica asistencial. Para contener costes, naturalmente, pero, además, para dar respuesta a una pregunta muy difícil: ¿por qué pacientes tratados por lo mismo (en las mismas circunstancias clínicas) en un mismo centro pueden tener resultados diversos? Es decir, se trata de resolver el problema de la extraordinaria variabilidad en la práctica clínica.

El trabajo "artístico" se identifica con el artesano o con el profesional y se caracteriza por una enorme variabilidad, influida por el ambiente o por los deseos del consumidor. La estandarización es muy difícil en un ambiente muy cambiante o en un producto en el que la personalización sea un valor añadido definitivo. Lo científico se identifica con la regla y lo artístico con la excepción. Ademas, en el método científico, contrariamente a lo que dice la expresión "popular" la excepción nunca confirma la regla (Popper), la excepción, al contrario, falsa la regla.

En un artículo reciente publicado en la revista HBR titulado When Should a Process Be Art, Not Science? en el que los autores se preguntan como identificar lo que se puede estandarizar y lo que no. Dicho de otra manera, como separar la ciencia del arte.

Al iniciar un proceso o al desenvolverse en ambientes caóticos (y poco previsibles) es mejor disponer de artistas y para ello hay que crear un ambiente idóneo. La medida del trabajo del artista no puede ser la "métrica". Un elemento clave es el feedback del consumidor del producto final. En el caso de la Medicina el feedback debe referirse tanto del paciente (calidad percibida) como del financiador (calidad objetiva y sostenibilidad). El "arte" y la "ciencia" pueden convivir, a condición de no tratar como arte aquello que es estandarizable. Un buen criterio para identificar lo estandarizable es observar los "fallos". Si los fallos son excepcionales hay pocas dudas sobre la posibilidad de estandarizar un proceso.

Finalmente, es razonable reevaluar periódicamente lo que es "ciencia" y lo que es "arte".


Uno de los aspectos que me ha parecido más interesante de este artículo es la dificultatd de hacer una clasificación binaria de los procesos: un proceso es "artístico" o es "científico". Es decir, un proceso es "estandarizable" o no. Si únicamente utilizamos esta clasificación una parte muy importante de la práctica médica no es estandarizable. Sin embargo, el artículo sugiere la posibilidad de contemplar la "ciencia" y el "arte" en las diferentes partes del proceso. Pone un buen ejemplo: la cirugía cardiaca. Podríamos aceptar que en la intervención quirúrgica el "arte" del cirujano es muy importante (mucho entrenamiento, capacidad para resolver situaciones imprevisibles, habilidades...), pero el preoperatorio y el postoperatorio son muy estandarizables. A veces se generan confusiones: los cirujanos cardíacos pueden tener la tendencia a pensar que "todo" su trabajo es "arte". Quizás es en esta dirección en la que pueden convivir "arte" y "ciencia" en la práctica cotidiana. Todo "arte" lleva solo a la variabilidad. Todo "ciencia" (estandarización) lleva a la cadena de montaje.

En el caso de los pacientes con enfermedades crónicas también podría pensarse en aquello de que "cada enfermo es distinto". Aquí no es tanto estandarizar todo el proceso como identificar grupos de pacientes con necesidades comunes. Hace poco, en una reunión sobre el abordaje de las enfermedades respiratorias se comentó que algunos pacientes necesitan "trajes a medida". Gran debate: el sistema no puede hacer "trajes a medida" para todos. Uno de los asistentes propuso una buena alternativa. Algunos pacientes realmente necesitan "trajes a medida" pero, quizás, la alternativa más generalizable es el "prét-à-porter" con "retoques". Volvemos a la cirugía cardiaca: estandarizar las partes del proceso que lo permitan.


A este debate habría que incorporar la perspectiva del paciente. En algunos casos, al propio paciente le puede importar poco el componente "artístico" de la atención sanitaria. Le preocupan fundamentalmente los resultados y el tiempo que emplea. En este sentido es posible reemplazar el arte por ciencia. Dos ejemplos: las "consultas en los supermercados" y las "focused factories".


A veces resulta útil mirar las cosas desde un punto de vista distinto.





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