En los últimos días los profesionales sanitarios catalanes (colegios profesionales y sindicatos) y las asociaciones de pacientes se han manifestado rotundamente contra los recortes presupuestarios que ha anunciado el Departament de Salut. La declaraciones del presidente del Col•legi de Metges de Barcelona (COMB) han sido especialmente contundentes. Estas son algunas consideraciones (no exhaustivas) sobre el problema.
- Hay un cierto consenso en la conveniencia de hacer algunos recortes en sanidad como consecuencia de la crisis general. También es cierto que esta necesidad de recortes contrasta con la cantidad de dinero que se destina a reflotar entidades financieras (entidades que, desde un punto de vista general, no son en absoluto ajenas a la crisis actual).
- En salud cuesta renunciar a los beneficios obtenidos. La situación actual del sistema sanitario es muy buena y se viven muy mal la renuncia. Los economistas no cuestionan el estado del bienestar, preguntan si podremos pagarlo. Seguramente es cierto que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y ahora tenemos dificultades para mantener el nivel de vida (pero sigue planeando el tema de las entidades financieras). En cualquier caso, el debate sobre la sostenibilidad del sistema no debería retrasarse, pero tampoco debería hacerse “en caliente”.
- Algunos pensamos que no es un problema únicamente de la intensidad del recorte. Hay un problema de tiempo y de plan de aplicación. Seguramente el sistema habría encajado bien un plan en dos años, por fases (esta posición contrasta con la urgencia de aplicar medidas correctoras). Cuando se hacen planes “urgentes” el recorte únicamente puede ser lineal. En definitiva: cerrar camas y quirófanos y prescindir de profesionales (naturalmente de los eventuales o interinos, no se prescinden de los que trabajan menos o de los que no realizan tareas “fundamentales” desde el punto de vista asistencial). El plan de aplicación por centros no facilita la coordinación. ¿Qué es mejor, disponer de dos unidades de cuidados intensivos parcialmente dotadas en dos hospitales muy próximos, o de una sola unidad compartida y bien dotada?
- Se alega que ha habido un problema de comunicación que ha impedido la participación de los profesionales. Seguro que es cierto y se han producido declaraciones inoportunas. La palabra “recorte” describe una pérdida (“me quitan algo y se lo dan a otro”) cuando la situación actual es más de “insuficiencia” que propiamente de recorte (“con lo que gasto no llego a final de mes”). Pero no solo hay un problema de comunicación. Sería demasiado simple.
- Por otra parte, se dibujan situaciones catastróficas. La remodelación de los equipos de guardia acentúa esta vivencia. Será difícil atribuir relaciones de causalidad, pero es obvio que si se reducen camas de críticos cambia el criterio de selección. Más que situaciones de catástrofe me preocupa el impacto sobre los más débiles y vulnerables: ancianos, enfermos y pobres (especialmente sobre los ancianos pobres que están enfermos).
- Algunos ven inevitable la posición radical adoptada y la forma de protesta (cortes de carreteras, manifestaciones y convocatorias que pueden ser espectaculares). Seguramente es cierto, pero no sé si la presencia de tantas batas blancas por las calles favorece a las profesiones sanitarias. Además, en algún momento se hará evidente que no hay posiciones homogéneas entre los profesionales.
En este contexto ha habido, como casi siempre, poca autocrítica. Hoy, en La Vanguardia se publican las declaraciones de un oncólogo que se refieren a un punto importante: …habría que analizar la productividad de los distintos servicios de los hospitales de manera que los resultados sean públicos y comparables. Tal vez nos llevaremos sorpresas, porque no todos los servicios de todos los hospitales están haciendo los deberes igual de bien. Productividad, la palabra maldita para algunos, pero que quizás es una parte importante del problema.
La discusión será larga y, deseo que se llegue a un acuerdo razonable, fundamentalmente para no perjudicar a los pacientes. Sin embargo, a mi me preocupa “El día después”. Una situación de este tipo siempre deja secuelas y tensiones entre los profesionales. La solución es importante, pero el día después también. ¿Pensamos, todos, en el día después? Si no pensamos en el día después, en el rediseño en profundidad del sistema sanitario, los tratamientos futuros deberán ser siempre quirúrgicos.
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